EL MAGO DE LA FE

Juan Carlos Pisano tenía una presencia arrolladora que transformaba cualquier espacio en el que entraba. Su figura alta y su media sonrisa eran apenas la antesala de un torbellino de creatividad y energía que llenaba salones y escenarios. No solo traía ideas, sino que las materializaba, convirtiendo sus propuestas en acciones concretas que dejaban una marca indeleble en quienes lo rodeaban.

Pisano no era solo un soñador, sino un hacedor. Su capacidad para acompañar y potenciar proyectos comunicacionales lo convirtió en un referente indispensable. Su influencia no se limitaba a las palabras; su legado se mide en las obras que dejó tras de sí, en los caminos que muchos otros recorrieron gracias a las huellas que él dejó marcadas.

Desbordante de energía, Juan Carlos era incansable y alegre. Su elocuencia y su ejemplo inspiraban a quienes lo escuchaban y trabajaban con él. Era un hombre que no solo provocaba e incitaba, sino que también aplaudía y apoyaba con la misma pasión. Su presencia era tan intensa que el listado de elogios hacia su persona sería tan extenso como merecido.

«A veces pienso que hay personas que parten antes de tiempo, y nos dejan espacios vacíos en nuestro entorno, y sobre todo en el corazón. En Juan Carlos descubrí un tipo genial, lamento no haber podido disfrutar muchas más cosas con él. Recuerdo mi primer café a solas en un barcito cerca de la editorial San Pablo en la calle Riobamba de la Ciudad de Buenos Aires; entre risas y charla surgió como un especie de confesionario, donde ambos nos contamos cosas que teníamos dentro y cada uno presto su oído al otro, eso fue algo muy reconfortante, poder estar con alguien que al escucharte, te entiende y termina diciéndote la palabra que menos esperas…»
(Alfredo Musante, director de ANUNCIAR Contenidos Latinoamérica, La Productora)